"Trabajo cultivando mis frutillas y también hago talleres de canto a lo humano y lo divino en localidades tan diferentes como Curepto. Yo creé un estilo muy particular, propio. He tenido hartos imitadores, porque ha gustado mucho mi estilo", dice Domingo, quien incluso le cantó al Papa Juan Pablo II en su visita a Chile en 1987. "El canto a lo humano y lo divino viene de España, es una tradición oral de más de 400 años que la trajeron a Chile los jesuitas", agrega.
Domingo es un poeta popular que ha dedicado su vida al canto en décimas. Gracias a un Fondo del Libro del Consejo de la Cultura se trasladó a hacer clases a escuelas rurales en Melipilla. Hizo un CD y hasta un libro con las composiciones de sus alumnos.
"De mi mamá yo aprendí la manera de arreglar la guitarra. Un hermano mayor mío, ya fallecido, fue el primero que me incentivó a cantar versos. Con él comencé a los seis años. A esa edad me largué a cantar. A los ocho, ya lo hacía en las novenas vecinas. Mi voz de niño fue muy admirada, porque dicen que era entonadito, cantaba bonito", recuerda Domingo.
Incluso, cuenta el melipillano, Pablo Neruda creó una oda a los poetas populares, "una tradición que ha quedado escondida entre los surcos", decía el premio Nobel. "Es verdad lo que escribió Neruda. Durante siglos nuestro oficio quedó sin que nadie se interesara por él. Antes se encontraban en cualquier lugar o chingana dos payadores y se ponían a payar. Ahí el que era más taita ganaba", describe el cantor.
Domingo tiene dos hijas y dos hijos. También siete nietos. Su casa de madera, que construyó él mismo, se encuentra en un terreno de media hectárea. En paralelo a su oficio de payador, tiene un quiosco donde vende mercadería y dulces a los vecinos de la zona.
"La idea de nosotros es que este canto nunca muera. Cuando yo era chico había muchos cantores, ahora, desgraciadamente, quedan pocos. Los cantores de tonada y de cueca ya no se conocen. Mi mamá era una de ellas. Mi papá no cantaba, pero sus otros tres hermanos, sí ", señala el septuagenario intérprete. "Los cantores a lo divino lo hacían en novenas de campo en casas particulares en homenaje a imágenes de la Virgen del Carmen y a diferentes santos -San Cayetano, San Antonio, San José- que eran venerados. La vigilia duraba toda la noche", agrega.
Nunca fue al colegio
Domingo escribió varios libros, entre ellos El Paraíso de América, donde relata la historia del continente en décimas, y una Biblia en el mismo formato, desde la creación del mundo al Apocalipsis.
"A los 15 años empecé a escribir décimas. El tema favorito del canto a lo divino era el nacimiento y el padecimiento de Cristo y la creación del mundo", evoca.
Hace una década, donó sus cuadernos a la Biblioteca Nacional. El se ha encontrado, incluso, con cantores que interpretan sus décimas gracias a estos documentos guardados en los archivos públicos de la biblioteca. Paradójicamente, no fue al colegio. "Aprendí a leer con un hermano mío. Soy autodidacta, saqué el octavo básico después. Fui muy inteligente desde chico, tenía la inquietud. Por los versos aprendí a escribir antes que a leer. Me daban versos escritos y sabía lo que decían las palabras. Así aprendí a hacer las letras", recuerda Domingo.
Su producción no para y ya lleva otros 40 cuadernos que ha escrito en la última década. Asimismo, está pensando editar un nuevo libro con décimas humorísticas.
"Ahora canto cuando estoy bien de salud y está la garganta buena. El canto a lo divino más grande de Santiago se hace en febrero, en la Gruta de Lourdes, donde se reúnen hasta 150 intérpretes. El otro es en el Templo Votivo de Maipú, en enero", finaliza con sus manos manchadas del rojo de las frutillas que cultiva.
De un total de 70 postulantes, Domingo Pontigo y otras tres personas o comunidades chilenas ganaron la categoría de "Tesoro Humano Vivo" en 2010. Los otros beneficiados fueron la comunidad de Rari, en la Región del Maule; la comunidad colla de Río Jorquera, en Atacama, y Paula Painén, de La Araucanía.